Iñaki goi goian - en lo más alto

La obra que esculpe el éxito anónimo

Iñaki Castañeda, un referente del deporte adaptado en Bizkaia, ha sido homenajeado con la colocación de tres estatuas con su imagen en Barcelona, ciudad que alberga desde hoy el Europeo de atletismo.

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El deportista anónimo, aquél cuyo nombre no abruma, el de los esfuerzos grandiosos que brillan fugazmente porque luego pronto se diluyen en el recuerdo humano, ese deportista se dibuja en Iñaki Castañeda. Por eso, porque los éxitos son efímeros, la marca de ropa deportiva Joma quiso plasmar en tres dimensiones, en lo sólido del bronce, en lo palpable que es una estatua, el valor del deportista anónimo, aquél que no atosiga con su presencia en la prensa. Así se destaca el peso del mérito, de la clase y de la categoría de alguien como Iñaki Castañeda, todo un referente en Bizkaia del deporte adaptado.

La historia comienza con una votación y termina con la colocación de tres estatuas en Barcelona, sede del Europeo de atletismo toda esta semana. "Nunca pensé que ganaría yo", afirma Iñaki sorprendido aún. Fue la gente quien le escogió. A través de la web de Joma, se podía votar al deportista que cada uno pensara que merecía el premio de verse esculpido por las calles de la Ciudad Condal mientras la élite del atletismo europeo pasea sus esculturales cuerpos atrayendo todos los focos. El triatleta, que pertenece a FEKOOR, la Federación Coordinadora de Personas con Discapacidad Física de Bizkaia, fue el que más votos obtuvo, 223 más que el ultrafondista de Tafalla Ricki Abad, que tiene el proyecto de hacer el próximo año 365 maratones en 365 días. "Ha estado mucha gente apoyándome", subraya Iñaki orgulloso.

Y así abotona este deportista de 59 años con un broche atípico una carrera brillante. Una trayectoria deportiva, una vida, sacudida, golpeada cuando la carretera, que zigzagueaba mientras él iba en su camión -el vehículo de su profesión- le presentó su cara más letal. Iñaki tuvo un accidente cerca del Lemoa en junio de 1993 y como consecuencia de ello perdió ambas piernas. El deporte le había acompañado hasta entonces y lo hizo desde entonces. "Lo tenía claro, siempre había hecho deporte y como discapacitado iba a continuar haciéndolo", señala este riojano nacido en Haro, pero afincado en Bilbao. Por eso no se olvidó de correr, nadar o andar en bici, por eso no aparcó una de sus pasiones, por eso luchó por seguir siendo grande y por crecer aún más. Hasta 94 victorias ha conseguido en su carrera. Desde su silla de ruedas desafía a los mejores en el triatlón. "Podía haber seguido con el atletismo puro, el esquí o la natación, pero tenía que competir todos los fines de semana y con los triatlones participo en menos competiciones al año", explica. Se centró pues en esa disciplina, exigente donde las haya, descartando otras de menor esfuerzo físico, que eso sí, le podrían haber abierto otros caminos. "Me gustaría haber ido a unos Juegos Olímpicos y quizá si me hubiera dedicado a otros deportes como el tenis de mesa lo habría conseguido, porque tuve el accidente con 40 años y eso ya me limitaba mucho para poder ir a una cita olímpica a través de otros deportes", apunta.

Pero el corazón pesa más que la razón. "Fríamente podría haberlo hecho, pero hice lo que me gustaba", recalca Iñaki. Y no le ha ido nada mal a este bilbaino de adopción, que ha sido campeón de Europa de larga distancia después de triunfar el pasado 26 de junio en las calles de Gasteiz y tras haberse convertido en el primer vasco en completar un Ironman adaptado. Lo hizo en Austria en junio de 2009. Pero hay una meta que todavía no ha cruzado, aún revolotea en su estómago una aspiración máxima, es el escenario preferido de cualquier triatleta: Hawai. "Es mi sueño", proclama. Pero para ir allí hace falta, lo primero, dinero, y por lo tanto patrocinadores, y lo segundo, un codiciado billete: "Hay que clasificarse en Amberes y de mi categoría sólo hay dos plazas para todos los europeos", apunta. Pero Iñaki es optimista y piensa en que ese anhelo tome forma, se haga tan real como lo son sus estatuas en Barcelona, en 2011.